viernes, 16 de abril de 2010

Morir con las Converse puestas.


Si a los 27 años no te has suicidado o has hecho algo realmente importante, eres un mierda. Es la edad crítica. Si has muerto accidentalmente, también eres un mierda.

Tienes que hacer algo realmente enorme, o suicidarte. Yo he pensado muchas veces en suicidarme. Aun tengo 27 y puedo dejar un bonito cadáver. Pero no hay huevos. Suicidarse es uno de los actos más valientes que puede hacer uno en la vida. La gente que dice que es de cobardes nunca se ha imaginado a si mismo con una pistola en la sien con su dedo tembloroso en el gatillo, o subido a la azotea de un edificio con las puntas de los dedos de los pies asomando, o delante de una botella de whiskey con una caja de Valium 10 a estrenar... bueno, esto último suena mas apetecible.

Cuando pasas de los 27 años y te das cuenta de que no has hecho nada realmente enorme, llega, inevitablemente, la crisis. Es duro, sobretodo para los que no tenemos las agallas suficientes para saltar. No eres un empresario de éxito, no eres una rockstar, no eres actor, ni siquiera tienes la pasta sufieciente para ser un vividor. Ahora eres un adulto joven, que seguramente (como es mi caso) ha abusado de las drogas, el alcohol y tabaco durante 10 años. Empiezas a ver a los teenagers con envidia y a los cuarentones con miedo. Seguramente ya tengas alguna tara mental y algo más de barriga. Y te sabes las salidas nocturnas tan de memoria que cada fin de semana comienza a ser calcado al anterior. Quien sabe, quizás ya llevas la cabeza afeitada para esconder la alopecia. No sabes como vestirte para no desentonar ¿elegante? ¿Si me pongo unas All Star pareceré un gilipollas?

Poniéndonos en lo peor, puede que hasta ya estés criando un hijo. Tengo un par de colegas q han tenido hijos y cuando les quiero ver voy directamente al cementerio. No saben ubicar las palabras noche y calle en la misma frase y solo hablan de cosas referentes a su bebé. Su único momento de paz llega cuando se masturban a hurtadillas con un video en streaming de 5 minutos en el que una pareja de liberales se lo pasa de muerte con un shemale. Y es cuando, mientras observan su profundo obligo lleno de semen aun caliente, que sobrevive en su oronda panza, su hijo empieza a llorar, o aparece en la habitación, se dicen a si mismos “Soy un mierda”

Mientras tanto, ¿Qué queda? Conducir nuestros bólidos bebidos a ver si, con un poco de suerte, aparecemos una mañana, bien muertos y bien guapos en alguna cuneta.